martes, 29 de julio de 2014

Las puertas de la educación... ¡Que corra el aire!

Hace un par de años visité a un amigo en los Estados Unidos. Mi amigo es un profesor de ciencias sociales que encontró (se trabajó, vaya) la oportunidad de poder dar clase en un colegio bilingüe en Carolina del Norte. Una gran experiencia, sin duda, de la que aprendió (aprendimos) un montón. Pero bueno, a lo que íbamos. Aprovechando su estancia en el país de la hamburguesa me decidí a cruzar el charco, así que durante dos Navidades consecutivas nos recorrimos parte de la costa este: Nueva York, Washington, Filadelfia, Charleston, hasta Nueva Orleans llegamos el segundo año...

Precisamente ese segundo año mi amigo me invitó a dar unas charlas en su escuela (Collingswood, Charlotte) sobre un viaje de cooperación que realicé a las Filipinas con una ONG. La idea era mostrar a su alumnado las dificultades sociales a las que se enfrentan millones y millones de personas en el mundo y las posibilidades de actuación que tenemos en nuestro día a día para contribuir a la erradicación de estas desigualdades. Las charlas fueron un éxito, los chavales participaron enormemente (hay que decir que eran dos grupos espectaculares) y, por tanto, la experiencia fue estupenda.

Una de las cosas que más llamaron mi atención fue el trasiego de compañeros que pasaron por el aula mientras estuve hablando con los chicos. Varios profesores, entre ellos la directora del centro, se acercaron a su clase para ver y compartir la actividad con todos nosotros. Fue un hecho que me sorprendió gratamente y sobre el cual pregunté. En general, me dijo mi amigo, en los Estados Unidos existe esa cultura de puertas abiertas donde, no sólo la dirección de los centros, sino todos los miembros de la comunidad educativa tienen el derecho a entrar en las aulas para compartir los procesos de enseñanza-aprendizaje. Sin entrar en otros aspectos del sistema académico estadounidense, este es un punto que considero genial: la posibilidad de vincular al conjunto de la comunidad en el trabajo en el aula.

Es cierto que cada vez más centros educativos en nuestro país buscan estas sinergias con el "mundo exterior", entendiendo por exterior todo lo que pasa más allá del aula. Creo que poco a poco estamos abriendo más nuestros centros y nuestras aulas generando colaboraciones con otros compañeros e instituciones de nuestro entorno. No obstante, esto no quita que, en general, todavía tengamos un sistema de "puertas cerradas" donde muchos docentes no comparten su trabajo y donde resultaría impensable que, un día cualquiera, se abriera la puerta del aula para que un compañero entrara a observar y compartir nuestra práctica diaria.

Quizás llega el momento de socializar nuestra práctica docente y abrir las puertas del aula para que entren nuevas ideas y colaboraciones que conecten nuestro trabajo en los centros con el mundo real. De la colaboración del conjunto de la comunidad saldrán interesantes respuestas que permitirán enriquecer nuestro trabajo. Abramos la puerta y, como digo yo, que corra el aire.

Para más entradas sobre innovación educativa:

miércoles, 23 de julio de 2014

De la invisibilidad de la educación permanente...

La importancia de la educación permanente en un contexto de abandono educativo y de crisis económica como el que existe en nuestro país es un hecho incuestionable. Así pues, los centros de adultos representan una nueva oportunidad de retomar su formación académica para todas aquellas personas que, por un motivo o por otro, abandonaron (o fueron expulsadas) del sistema educativo.

Pero en los centros de adultos no sólo se atiende a aquellos perfiles derivados del fracaso escolar. Personas de otros países que buscan aprender nuestro idioma o retomar y/o completar su formación, mayores que quieren iniciarse en el mundo de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, mujeres que habiendo tenido menos oportunidades a lo largo de su vida buscan desarrollar y potenciar su formación y mejorar sus expectativas personales o gentes adultas, de aquí o de fuera, que aprender a leer y a escribir en nuestras aulas son sólo algunos de los usuarios de los centros de educación permanente.

Parece claro, pues, que los centros de adultos no son sólo espacios de trabajo académico y formativo (que también), sino que representan un marco generador de igualdad y de cohesión social que cabe potenciar y destacar. Digamos que, en este sentido, la educación permanente ejerce el mismo papel que los centros educativos de primaria y secundaria pero con la fortaleza de no tener "fecha de caducidad", ya que cualquier persona de más de 16 años (con las restricciones específicas de alguna propuesta formativa) puede matricularse y asistir a sus clases.

Pues bien, uno tiene la sensación que ese papel importante no es reconocido por parte de las instituciones, ya sea en la propia asignación de recursos o en la propia difusión de las actividades, programas e importancia de estos centros educativos. A lo largo de los últimos meses he realizado varias formaciones organizadas por el propio Ministerio de Eduación Cultura y Deportes y me ha sorprendido (es un decir) la falta de previsión en su estructuración y montaje de que trabajadores de centros de adultos podrían matricularse en ellas.

Quizá desde los centros de adultos debemos insistir en destacar la importancia de nuestro trabajo dándole mayor visibilidad e insistiendo en la importancia de apostar por la educación permanente como generadora de nuevas oportunidades para muchas personas. No obstante, parece urgente que sean las propias instituciones educativas las que prestigien el trabajo desarrollado en los centros de adultos dotándonos de los recursos necesarios y contribuyendo y fomentando la difusión de nuestra oferta formativa. Mientras tanto continuaremos con nuestro trabajo recordando a todo el mundo que, como Teruel, ¡los centros de adultos existen!

Os dejo con un video que hemos elaborado en nuestro centro educativo con motivo de nuestro quinto aniversario para destacar, precisamente, la importancia de nuestra actividad dentro de nuestro municipio y de nuestra comarca. ¿Qué os parece?

sábado, 19 de julio de 2014

8 mantras para la mejora de la práctica docente (II)

Hace días apuntábamos algunos mantras para mejorar nuestra práctica docente (ver post aquí). Concretamente, señalamos la importancia de mantener altas expectativas respecto nuestro trabajo, trabajar y esforzarnos en que ningún alumno se quede atrás, orientar nuestro trabajo hacia el aprendizaje o atender adecuadamente la diversidad como algunas de las ideas elementales para mejorar nuestro trabajo en las aulas y, en general, en nuestros centros educativos.  Aquí van unas cuantas más.

Quinto mantra: utilizar el conocimiento y trabajar con evidencias. Uno tiene la sensación de que muchas veces tomamos decisiones sobre nuestro trabajo basándonos en simples percepciones, sensaciones o incluso en ideas preconcebidas. Es importante trabajar con evidencias, manejar datos que muestren lo más objetivamente posible los resultados de los procesos de enseñanza-aprendizaje, entre otras cuestiones. No se trata de cuantificarlo todo, ni mucho menos, pero sí de tener datos objetivos que nos den una visión lo más realista posible sobre cuál es la situación específica de tal o cual propuesta formativa. Quizá así nos ahorraríamos muchos debates surrealistas en algunos claustros...

Sexto mantra, cooperar. Fácil decirlo y (muy) difícil hacerlo. Para muchos profesionales de la educación es, sin duda, el gran caballo de batalla. Es cierto que en muchas ocasiones las condiciones de trabajo no ayudan nada a favorecer la cooperación entre el profesorado o entre departamentos, especialmente en secundaria. Plantillas ajustadas, currículums extensísimos o el desarrollo de múltiples funciones y roles hacen que cada profesor haga "la guerra por su cuenta" y se aisle en su trabajo y en su aula dejando de colaborar, a veces ni siquiera sabiendo que hacen sus alumnos con el resto de sus compañeros. Deberíamos hacer un esfuerzo por trabajar de manera más cooperativa buscando espacios donde compartir nuestras experiencias en el aula y crear estrategias conjuntas de trabajo. En este sentido los equipos directivos pueden jugar un papel fundamental en la creación de estos espacios de intercambio y de trabajo colaborativo.

Séptimo mantra: transparencia. Transparencia con el alumnado, con los compañeros... Transparencia de los equipos directivos para con el profesorado, del profesorado hacia las familias... Una institución transparente genera mucha más credibilidad y apego que otra opaca donde no se sabe cómo se toman las decisiones, por qué motivos, donde no se rinden cuentas a la comunidad educativa... Dentro del aula igual: cuanto más transparente sea nuestra práctica docente (sistema de evaluación, hitos, desarrollo de las clases...) más claro tendrá nuestro alumnado cuál es el camino hacia la consecución de sus objetivos y, seguramente, mayores probabilidades de éxito.

Y, por último, octavo mantra: asegurar la participación, compromiso y corresponsabilidad de la comunidad educativa. Parece evidente, también, que contar con el apoyo y la participación de la comunidad educativa es un punto a favor (un puntazo, de hecho) en la persecución de mejores resultados no sólo académicos, sino también sociales y personales de nuestro alumnado. A veces podemos limitarnos a pensar en la comunidad educativa como padres de alumnos y listo, pero muchos centros hacen de este concepto una idea mucho más amplia extendiéndolo a numerosos y variados agentes de su entorno: empresas, instituciones públicas, asociaciones, clubs deportivos... Del contacto con estos agentes se derivan sinergias muy interesantes que pueden contribuir enormemente a la mejora del rendimiento de nuestro trabajo.

En definitiva, se trata de ocho ideas o conceptos que pueden ayudarnos a mejorar nuestra práctica docente. Seguro que tú tienes muchos más, ¿los compartes aquí?

Algunos posts más sobre profes (y tal):


Viñeta de Faro (más chistes gráficos en su web)
Obtén los materiales de la presentación de Eugeni García-Alegre clicando aquí.

lunes, 14 de julio de 2014

8 mantras para la mejora de la práctica docente (I)

    La semana pasada tuve la suerte de asistir al curso "Liderazgo y autonomía escolar para el éxito educativo de todo el alumnado" organizado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes en colaboración con la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en su sede en Cuenca. Eugeni García-Alegre, director del curso, presentó la conferencia Autonomía y liderazgo escolar  donde desgranó varias ideas clave sobre las vías para tratar de perseguir y conseguir el éxito educativo del alumnado de manera integral. Se presentaron muchas y muy interesantes ideas, pero quisiera destacar por su carácter práctico y sencillez 8 principios que pueden orientarnos y ayudarnos muchos en la mejora de nuestra práctica docente.

    Primero, mantener altas expectativas hacia nuestros alumnos y, en general, con nuestro trabajo. Hay que ser ambiciosos y marcar objetivos que  supongan retos motivadores y atrayentes para nosotros y para el alumnado. Debemos exigirnos a nosotros mismos para no repetir año tras año la misma cantinela y nunca, nunca, prejuzgar las capacidades de nuestro alumnado. Etiquetar a nuestros alumnos nos limita como profesionales y no contribuye en ningún caso (al contrario) a estimular su aprendizaje.

    Segundo, que ningún alumno se quede atrás. Puede parecer obvio, pero cuántas veces perdemos alumnos por el camino considerándolos simplemente daños colaterales en nuestra batalla por hacer avanzar al grupo-clase. "No tengo tiempo", "no se entera de nada", "no trabaja", "es como si no estuviera" son algunas de las frases con las que despachamos a aquellos alumnos y alumnas que, por diversas razones, no avanzan al ritmo previsto o al ritmo general del grupo. Debemos actuar rápido y siempre ante estas situaciones y, seguramente, será mucho más útil hacerlo de manera coordinada con el resto de profesorado para poder afrontar las soluciones desde diversos frentes.


    Tercer mantra, otra obviedad: debemos orientar nuestra práctica profesional al aprendizaje. Estamos para facilitar el aprendizaje del alumnado y, por tanto, éste debe ser el eje de nuestra actividad en el centro y de nuestras planificaciones. En muchos casos quizá nos dejamos llevar por inercias personales, currículums preestablecidos, libros de texto, horarios impuestos y otros aspectos del día a día y perdemos la perspectiva de que el centro de nuestra actividad es el aprendizaje de los alumnos y alumnas que nos esperan en el aula.

    Cuarto mantra, ser equitativo y priorizar. Para mejorar resultados, para atender a todo el alumnado en condiciones óptimas cabe ser equitativo y detectar las diferencias presentes en el aula. En esta línea, trabajar en favor de la igualdad no supone tratar a todo el mundo por igual, sino intentar atender la diversidad de tal modo que todo el alumnado tenga opciones de avanzar, progresar y conseguir sus objetivos. Para ello hay que priorizar aquellas necesidades más urgentes y ser hábiles en su detección y en la búsqueda de alternativas que permitan su atención. Se trata, en general, de facilitar la inclusión de la diversidad en el aula y en la planificación y en la propia gestión de centro.

     Continua aquí

    lunes, 7 de julio de 2014

    Cuadernillos de verano...

    ¿Quién no recuerda el recurrente cuaderno Vacaciones Santillana (y derivados) con el que nuestros padres nos martirizaban los veranos de nuestra niñez? Daba igual que suspendieras todas o que progresaras adecuadamente, en verano tocaba la "aventura" del cuadernillo con sus apasionantes sumas, restas, multiplicaciones y divisiones; sus mapas de ríos y montañas, sus ejercicios de redacciones y verbos... En fin, como podéis recordar, todo un espectáculo de magia y color a ojos de un niño....

    ¿Hace falta? Quiero decir, ¿es necesario cargar a niños y niñas de actividades de dudoso valor didáctico por el simple hecho de que las vacaciones son largas y no puede ser que estén más de dos meses alejados de las aulas? Sobre el papel de los deberes en el proceso de aprendizaje se ha escrito largo y tendido. Los hay contrarios al considerarlos una forma de externalización pedagógica con la que se carga a las familias y la causa de conflictos permanentes entre padres e hijos. En cambio, sus defensores abogan por ellos como un mecanismo eficiente de verificación de la evolución del alumnado, una manera de comprobar si los conocimientos han sido debidamente asumidos. Por último están los que siguen la inercia, familias y profesores, y sin pensarlo demasiado consideran negligente el no poner tareas a alumnos e hijos para trabajar en casa.

    De mi práctica como alumno recuerdo que, en la mayoría de los casos, los deberes no contribuían demasiado a mi aprendizaje. Es más, acostumbraban a convertirse en un suplicio que ventilaba de cualquier manera a última hora y, sorprendentemente, con notables resultados. Como profesor confío mucho más en el trabajo en el aula que en los deberes para casa, aunque de vez en cuando caiga alguna que otra tarea. En definitiva, creo que los deberes pueden convertirse en una buena herramienta de trabajo pero también en un puro trámite que puede restar más que aportar algún valor o conocimiento.

    Las vacaciones de verano pueden ser un gran momento para el aprendizaje. Niños y niñas salen de las aulas y rompen con la rutina didáctico-fabril que les hemos montado durante cerca de diez meses al año. Los cuadernillos y, en general, los deberes de verano son una manera de recordarles que  "Ey, no desconectes demasiado que tienes obligaciones escolares". En mi opinión, no hace falta hacer un cuadernillo de verano, un curso de inglés o cualquier otra actividad equiparable para reforzar lo trabajado durante el año o, incluso, para aprender nuevos conocimientos.

    El verano (también la vida en general) ofrece innumerables oportunidades de aprendizaje bastante alejadas del formato "Vacaciones Santillana". Una excursión, la visita a un museo, un taller de nudos marineros o cualquier actividad de la fiesta mayor del pueblo familiar puede convertirse en un contexto de aprendizaje mucho más enriquecedor y, sobretodo, mucho más divertido que un maldito cuaderno de verano. Disfrutar de todas esas oportunidades sí que será "por su propio bien".

    Para más reflexiones didáctico-veraniegas haz clic aquí